Si has visitado Madrid sabrás que es una ciudad con muchísimos contrastes y culturas. Tan pronto estás en el Madrid de los Austrias, que ocupa gran parte de la zona centro de la capital con sus bellas calles y edificaciones cubiertas de historia, como tan pronto llegas al Paseo de la Castellana, con algunos de los edificios más vanguardistas y representativos de Europa.
Pues sí, Madrid tiene una calle que apenas mide 20 metros de distancia, y miles de madrileños y turistas pasan por ella cada día sin percatarse de la curiosidad que esta calle disimula tan bien.
Su nombre es calle de Rompelanzas, y se encuentra entre la Puerta del Sol y la plaza de Callao, delimitada por algunos de los comercios más representativos de las calles de Preciados y del Carmen.
Según el Mesonero Romanos, en el Manual de Madrid. Descripción de la Corte y Villa que publicó en 1831, se abrió esta calle para mejorar el acceso al convento del Carmen, que posteriormente dio nombre a la calle donde estaba situado. Finalmente, se peatonalizó a finales del siglo XX.
¿Por qué se llama calle de Rompelanzas?
Pedro de Répide Gallegos, un conocido escritor y periodista que retrataba en sus escritos la vida de Madrid, explicaba que, durante el siglo XVI, el hecho de que se rompiera la lanza de los carruajes que pasaban por allí se convirtió en un suceso habitual por la cantidad de baches que había en el suelo de esa calle mientras trasladaban a importantes personalidades de la época, como el corregidor Luis Gaytán de Ayala o al presidente del Consejo de Indias, Juan de Ovando.
¡Por cierto! Si te has fijado, cada azulejo de las calles del centro de Madrid tienen un dibujo que ilustra el nombre de la misma, y el azulejo de esta calle cuenta esta misma historia. Curioso, ¿no? 😉
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