Esta publicación viene a ser una crítica y sugerencia al Ayuntamiento de Madrid acerca del puente Perrault, de Madrid Río, más conocido como Puente de la Arganzuela o Puente Tornillo. Sin duda, es la pasarela más sorprendente y concurrida del parque Madrid Río. Conecta la zona sur con el centro de la capital, utilizada por multitud de viandantes, y en mi opinión, con un diseño llamativo, bonito y con madera, como los clásicos puentes de las películas. 😛
Pero nada es perfecto, bacinotes. Madrid lleva claramente un retraso en la cuestión de movilidad en bicicleta, si comparamos nuestra capital con ciudades europeas como Amsterdam, en la que el 40 % del tráfico son bicicletas. A pesar de ello, Madrid va progresando en este sentido con nuevos carriles bici en las nuevas remodelaciones de sus calles.
Prueba de ello es este puente del que hablamos. Dispone de dos carriles, para peatones y para ciclistas, muy bien pensado tratándose de un puente muy concurrido, pero no siempre la teoría se lleva a la práctica. Cualquier ciclista que circule por este puente se verá metido en un atasco por culpa de los peatones que invaden el carril bici.
¿Cuestión ciudadana?
¿Son los peatones los que no son conscientes del uso de la bicicleta? Probablemente. Pero este problema se ve agravado por la mala señalización del carril bici. El puente está dividido en dos tramos, y en cada uno está señalizado el tipo de carril al principio, en la mitad, y al final.
La mayoría de las marcas están situadas en el suelo, que se han ido borrando por el uso.
Además, ambos carriles son iguales, por lo que no podríamos distinguir el tipo de carril si nos encontramos adentrados en el puente, ya que tampoco encontramos señalización cercana.
Esta mala señalización es la que empeora el ‘atasco’ en el carril bici, pudiendo haber accidentes a causa de peatones cruzando de un extremo a otro del puente sin apercibirse del paso de bicicletas.
Soluciones
Una mayor y mejor señalización acorde con el diseño del puente, bien utilizando las farolas para ello o líneas pintadas en el carril bici, madera de diferente color, entre otras posibles soluciones.
Conclusión
Teniendo este único fallo para la seguridad y comodidad de ciclistas y peatones, que tarde o temprano será corregido, sigue siendo igualmente un fantástico puente muy decorativo para el reciente y acojedor paisaje de Madrid Río, desde el que se obtienen unas vistas espectaculares, y lo más importante, con el que se cruza, sin necesidad de caminar hasta el Puente de Toledo, entre los barrios de Marqués de Vadillo y Pirámides en menos de cinco minutos.
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