La respuesta obvia es que lo hacemos para aliviar la rigidez de tantas horas en reposo y porque da «gustito«. Pero no lo hacemos sólo por eso y no siempre nos estiramos.
Además de para aliviar la rigidez en los músculos, existen varias razones más por las que nos estiramos por las mañanas:
- Movilizar los fluidos corporales: después de pasar tantas horas tumbados, los fluidos corporales se concentran en la parte posterior del cuerpo y cuando nos estiramos reactivamos la circulación de los mismos para que fluyan de nuevo por todo el cuerpo.
- Eliminar toxinas acumuladas por la noche: durante la noche nuestro cuerpo se «resetea» y trata de expulsar toxinas a través de los poros, pero también se acumulan en el mismo. De esta manera, al estirarnos y respirar profundamente reactivamos el sistema linfático, que se encarga de eliminar esas toxinas acumuladas en los tejidos.
- Recalcular la elasticidad de los músculos: como hemos dicho, el cuerpo se «resetea» cuando dormimos y nuestro cerebro también. En este sentido, cuando nos despertamos, después de tantas horas de rigidez muscular, nuestro cerebro tiene que volver a calcular la elasticidad de la musculatura. Es decir, que cuando nos estiramos le estamos diciendo a nuestro cerebro cual la capacidad de movimiento de las fibras musculares y éste sepa a partir de donde tiene que mandar la señal de que si estiramos más podemos hacernos daño.
Por tanto, estirarnos por la mañana cumple unas funciones muy importantes, para retomar la capacidad completa de nuestro cuerpo. Sin embargo, no todos los días tenemos la necesidad de estirarnos, ¿pero por qué?
De todo lo anterior, podemos deducir que las personas que se suelen mover más durante la noche pueden tener menos necesidad de estiramiento por la mañana, ya que la rigidez muscular será un poco menor.
Por el lado contrario, si el día anterior se ha realizado un esfuerzo físico intenso y prevemos la aparición de agujetas, la rigidez de los músculos y la necesidad de estirarlos será mayor por la mañana. Más aún, si el ejercicio se ha concentrado en la parte superior del cuerpo.
Otros factores que podrían influir son el tipo de colchón y la almohada con la que dormimos, el número de horas de sueño o la profundidad del mismo, la cantidad de agua que bebemos y los alimentos que consumimos, entre otros.
En cualquier caso, ya ves que estirarse es muy saludable, siempre que no nos hagamos daño al hacerlo, además de placentero. Así que, ¡disfrútalo!
Y tú, ¿eres de los que se estiran por las mañanas?
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